sábado, 30 de enero de 2016

Palabras para despedir a doña Jean Aristeguieta

Guasipati, julio 31, 1921-Caracas, enero 08, 2016.
Miembro correspondiente por el estado Bolívar de la Academia Venezolana de la Lengua.

La Aurora no quiso tocar el día con sus rosados dedos. Se puso un guante, un guante viejo y transido de dolor. Brisa y humo de otros recónditos lugares nos convocan. Brisa de un mar abierto, lleno de peces, un mar que no da cosecha, pero lleva a islas y playas ignotas o cercanas. La arenosa Pilos. Ítaca, la tierra a la que se llega tras anfractuosos viajes. El Olimpo sagrado donde Zeus tonante y Pallas Atenea, la de ojos siempre brillantes, Febo Apolo, Artemisa y Hermes nos aguardan. Y Lesbos, la isla de la barca que Jean vio en el Orinoco.

Acaya, la Hélade clásica, ha querido desviar los ríos brumosos que corren por el Hades y abrir un resquicio de luz, con rosas que brillan como coloridas botellas en cuadros que engalanan y perfuman, para recibir a una musa guayanesa que hoy nos deja y no nos deja, porque -como la poesía y la literatura- es y no es, viaja y no viaja, pero siempre brilla, Jean. Árbol de luz. Árbol de fuego. Árbol de vida y no mera ciencia.

Jean nos deja porque tiene que reencontrar otros brazos, otros labios, y oír otras palabras, voces niñas, voces adolescentes, voces de madurez y plenitud. Jean nos deja porque quiere estar siempre con nosotros estando con Aquel a quien ya intuían los moradores del Olimpo y quienes, reverentes, les ofrecían hecatombes o libaciones. Jean nos deja porque quiere besar a los suyos en la bruma de la tarde, los seres queridos, las manos que pintaban y volvían a pintar su mundo y el mundo de los vivos, de esos que aún respiran o están vivos porque permanecen en el recuerdo. Jean nos deja porque su obra se hizo grande y venturosa, clásica, como las columnas y arquitrabes del templo de Atenea, como las uvas que producen dulce vino o los hornos que cocinan suave el pan. Clásica como la música de los poemas más antiguos, clásica como la antigüedad escondida en las piedras y en las voces casi invisibles que pueblan la selva de Guayana, Jean nos deja porque su frente lleva los diplomas, los títulos, las dignidades académicas, los sobrados méritos de una anciana siempre juvenil en la evocación y el amor. Jean nos deja porque otros mundos, sus mundos, otras almas, las más amadas, la llaman, la esperan, la celebran, en el Absoluto canto de querubines, tronos y principados. Jean nos deja para que la vida continúe en sus versos, en su pasión, en su huella.


Y por eso mismo Jean no nos deja. No puede dejarnos quien deja tantos libros, tantos poemas, tantos ensayos, tantas cartas, tantos números de revistas bellamente editados. No puede dejarnos quien deja una obra tan densa, cartas tan hermosas, gestos, sonrisas, anhelos, deseos. No puede dejarnos quien nos deja también preces e invocaciones al Señor de los tiempos y de la luz, de la luz eterna. No puede dejarnos quien amó junto al Ávila (que sus coterráneos más antiguos llamaran Guarira Repano) y más allá de las columnas de Hércules, en las tierras arcaicas del olivo y el laurel. No puede dejarnos quien viajó amando, escribiendo y dedicando sus versos al sentimiento más sublime. No puede dejarnos quien, como Safo, se entregó al oficio de orfebre de la palabra y la pasión. No puede dejarnos quien, como Whitman o Lorca, buscó playas más nítidas para cantar. No puede dejarnos quien, como Kavafis, entendió con exquisitez y excelsitudes el sentido de la tradición y la esencia de lo clásico. No. No puede dejarnos quien como Homero no necesitó luces en los ojos para sentir el resplandor de los dioses, las finuras de las diosas, de seres inmortales que tomaban figuras humanas, pinceles del amor. No. No puede dejarnos alguien que escribió testamento tan hermoso: versos, prosas, pensamientos. No.

En mis días adolescentes, en mis momentos juveniles, el nombre de Jean Aristeguieta era un lucero inalcanzable, un placer de lectura, éxtasis puro. Nada me decía entonces que más tarde, no en la tarde sino en la plenitud del mediodía, en el pináculo del plenilunio (porque la vida es noche, por ser sueño y anhelo) tendría la bendición de oír la voz de Jean, voz de Guayana y voz de Grecia, en un hogar bendecido por el amor y el recuerdo, y de besar sus manos de poeta, sus manos hechas poesía, a la par que mis ojos se deleitaban en las formas, colores y luces de mil tonos que brotaban, que brotan, de los cuadros de Elvira Senior. Pocos regalos como ese, poquísimos como saber que Jean, que Jean Aristeguieta, que doña Jean Aristeguieta, dama de la poesía y las letras universales, oyó mis –ante ella- balbuceantes palabras y leyó mis –ante las suyas- torpes líneas. Gran regalo del Cielo, cuyas puertas imploro abiertas para esta mujer que nos deja y no nos deja, que se va y no se va porque siempre ha de volver, como mujer de letras, como poeta, como mujer hecha por y para el amor.
Jean, nos dejas el camino, nos abriste el camino, entre tantos peñones como Escila y Caribdis, como tantos seres sobrenaturales metamorfoseados en piedra en los ríos y raudales de la Guayana, en sus selvas, como esos dioses y diosas que tanto amaste con palabras que se lleva el viento, que nos las trae y siempre ha de traer.

Nos dejas y no nos dejas. Te vas y no te vas. Tu alma siempre, como Tiresias, acaso, nos alumbrará los caminos, nos dirá las señas para llegar a los más ansiados amaneceres, a los incansables en su rubor dedos de la Aurora. Tus palabras, Jean. Tu ejemplo, Jean. Tu amor, Jean. Tu entrega, tus voces, tus silencios, tus páginas todas, escritas a máquina o con la ambrosía caligráfica de tus lápices tornados pinceles y poemas en los cuadros del amor y la admiración por el más puro sentimiento que, junto a la idea de lo divino, una o muchas, no importa, nos hace humanos.

Vivirás entre nosotros, Jean. Regresa a Ítaca. Allí, ahora, lo sabes, te esperan, derrotados los impertinentes que asediaban el palacio y el amor que resplandece en tu obra, tras dibujar y desdibujar el cuadro del infinito anhelo. Viaja tranquila, Jean. Los vientos te sean, te serán, favorables.

Mil veces seas bendita, poeta.

Horacio Biord Castillo

San Antonio de Los Altos (Gulima), a 9 de enero de 2016

domingo, 10 de enero de 2016

Falleció la insigne poeta guayanesa Jean Aristeguieta


Por Jorge Casanova

El Expreso, Ciudad Bolívar, Especial.- Una brisa triste y cenicienta recorre las selvas, los ríos, las sabanas, los pueblos y ciudades de Venezuela y de Guayana, llevando el sombrío mensaje, la fatal noticia que enluta nuestro mundo poético y literario. Ayer falleció, a consecuencia de un paro respiratorio y a la edad de 94 años, en la ciudad de Caracas donde residía, la insigne poeta guayanesa Jean Aristeguieta.

Nació en Guasipati, municipio Roscio, el 31 de julio de 1921. Las letras venezolanas e hispanas pierden a una de sus más altas exponentes. Tal vez Jean Aristeguieta fue y será por siempre la poeta venezolana de más alto vuelo y de mayor trascendencia a nivel mundial. Vivía sumergida en el océano infinito e intangible de la poesía, vivía para la poesía, ella era poesía. 

Publicó más de 70 libros, entre los cuales podemos mencionar su primer poemario, Alas al viento (1942), Embriaguez de mi pulso (1954), Vitral de fábula (1955), Guasipati vitral de hechizo (1956), Bolívar (1960), Intento de diálogo (1961), Poemas venezolanos (1965), País de las mariposas (1969), Selene (1970), Memoria alucinada (1975), Árbol de fuego (1967), Espejo del llanto (1980), Hélade (1980), Espíritu de la poesía (1886), etc. Dejó más de 40 libros inéditos.

Recibió innumerables premios y reconocimientos, no tanto en Venezuela, como en América y Europa. Su obra poética fue traducida a varios idiomas, como el portugués, francés, griego, hebreo, francés, inglés, italiano, ruso, etc.

En septiembre del año 2013, fue homenajeada por la Fundación Civil Cultural Editorial “Poetas del Río”, en el II Encuentro de poetas y escritores del estado Bolívar, llevado a cabo en la Casa del Congreso de Angostura. Poetas, escritores y cronistas provenientes de todos los municipios del estado se dieron cita para rendirle un sentido y merecido homenaje. Posteriormente, una comisión de la fundación viajó a Caracas a hacerle entrega de la placa honorífica, ya que ella no pudo estar presente, por motivo de enfermedad.

En nombre de la fundación cultural Poetas del Río y de todo ese mundo poético literario guayanés, queremos expresar nuestras más sentidas palabras de condolencias a sus familiares y allegados.
Viajó la mariposa cósmica al encuentro con la eternidad, con la sublime poesía, con la belleza universal. Paz a su alma.

Jean Aristeguieta prolífica poeta guasipatense murió en Caracas


Por 
Anibal Sandoval

El Diario de Guayana, Guasipati.- A los 94 años de edad murió Jean Aristeguieta, insigne poeta guasipatense quien con varias decenas de obras cargadas de un profundo sentimiento de arraigo con su tierra, destacó en el mundo lírico-intelectual, llevando su poesía a diferentes países. Varias de sus obras fueron traducidas a diferentes idiomas. Falleció el 8 de enero en Caracas, víctima de un paro respiratorio.

Jean Aristeguieta nació en Guasipati, municipio Roscio, al sureste del estado Bolìvar, el 31 de julio de 1921, hija de Simón Aristeguieta y Panchita Capella. Estudió junto con su hermano, el botánico Leandro Aristeguieta, en su pueblo natal y luego en Ciudad Bolívar junto con los fundadores e integrantes del grupo literario surrealista “Aureoguayanos” que tuvo como centro de reuniones la Plaza Bolívar.

Publicó sus primeros poemas en la revista Alondras del Ateneo de Guayana, fundada por la maestra y poeta Anita Ramírez y ya radicada en Caracas despunta con más soltura en las páginas de Lírica Hispana y del diario “El Heraldo” que luego incorpora en sus primeros libros (1949) Abril y ciclo marino y Alas en el viento. En Madrid (1967) donde estudió estilística y literatura antigua y moderna, fundó Árbol de fuego revista de poesía y crítica literaria cuyas ediciones continuarán en Caracas a partir del número 4.

Se marchó a Caracas, y desde muy joven empezó a destacar como intelectual, luego se marcha al llamado viejo mundo, en especial a Francia, España y Grecia, países donde desarrolló actividades que la ubicaron en una posición elevada en los círculos intelectuales de la culta Europa.

En varias de sus obras poéticas están presentes sentimientos de arraigo con Guasipati, tierra que la vio nacer, tal el caso de su obra, titulada “Guasipati, vitral de hechizos” (1955), y otras donde poéticamente describe el medio y entorno natural de su tierra. En su blog jeanaristeguieta.blogspot.com se describe que con 85 libros y más de 2 000 textos publicados, Jean Aristeguieta vivió entregada a la dimensión poética de forma infinita porque tal y como ella lo expresó: "soy una lira en permanente actividad".

La información la dio a conocer Nelson Tovar, cronista oficial de Roscio, quien aseguró que “el pueblo de Guasipati siente de manera sincera la desaparición de esta hija de nuestro pueblo que puso en alto a nivel mundial nuestro topónimo, acción que enaltece nuestro gentilicio”. Es importante recordar que hace unos pocos años murió el doctor Leandro Aristeguieta, hermano de la poeta y quien fuera un botánico reconocido a nivel mundial, fundador de varios jardines botánicos, entre ellos el de Ciudad Bolívar.

Todo un municipio de luto
Informó el cronista que el Concejo Municipal en pleno hace llegar a la familia Aristeguieta, en nombre del pueblo de Roscio, su más hondo pesar por la desaparición física de esta insigne guasipatense, esperando que descanse en paz.

sábado, 9 de enero de 2016

Murió la poeta bolivarense Jean Aristeguieta


Por Americo Fernandez

Correo del Caroní, Ciudad Guayana.- El viernes 8 de enero por la tarde falleció en Caracas la poeta y ensayista bolivarense y miembro de la Academia de la Lengua por el Estado Bolívar y de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz, Jean Aristeguieta, nativa de Guasipati y hermana del fundador del Jardín Botánico del Orinoco, el botánico Leandro Aristeguieta. Jean falleció a la edad de 94 años.

Nacida el 31 de julio de 1921, brillante y prolija intelectual, autora de más de 40 libros y colaboradora y fundadora de varias revista literarias, Jean Aristeguieta era hija de Simón Aristeguieta y Panchita Capella. Estudió junto con su hermano en su pueblo natal, y luego, en Ciudad Bolívar y España donde se licenció en letras en la Universidad de Madrid junto con los fundadores e integrantes del grupo literario surrealista “Aureoguayanos”. Esta cónclave tuvo como centro de reuniones la Plaza Bolívar de Ciudad Bolívar, a donde de vez en cuando se asomaba el joven Jesús Soto, quien llegaría a ser pionero del arte óptico universal.

Jean publicó sus primeros poemas en la revista “Alondras” del Ateneo de Guayana, fundada por la maestra y poeta Anita Ramírez. Ya radicada en Caracas despunta con más soltura en las página de Lírica Hispana y diario “El Heraldo” que luego incorpora en sus primeros libros (1949) Abril y ciclo marino y Alas en el viento.

En Madrid (1967) donde estudió estilística y literatura antigua y moderna, fundó “Árbol de fuego”, revista de poesía y crítica literaria, cuyas ediciones continuarán en Caracas a partir del número 4.

Jean Aristeguieta ha trascendido con más de 40 obras, varias de ellas acogidas y traducidas al griego, francés, hebreo, inglés, italiano, ruso y portugués. Su poesía, fuera de sus libros, aparece comentada en numerosas publicaciones nacionales y extranjeras. En 1979, Ediciones Ronda de Barcelona (España), publicó una Antología de su poesía (“Ebriedad del delirio”) preparada por ella misma pensando que “debe ser el poeta quien a lo largo de todos los ciclos asuma la responsabilidad de realizar la escogencia de su labor”. Leer mas

viernes, 8 de enero de 2016

Fallece la poeta Jean Aristeguieta



El 8 de enero, a la venerable edad de 94 años y medio, falleció en la ciudad de Caracas doña Jean Aristeguieta, gran poeta y miembro correspondiente por su natal estado Bolívar de la Academia Venezolana de la Lengua. Doña Jean había nacido en Guasipati el 31 de julio de 1921. Licenciada en Letras por la Universidad de Madrid, fue una prolija escritora y divulgadora de la poesía. Escribió varios poemarios y fundó y sostuvo durante muchos años diversas revistas literarias. Fue miembro también de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz.

De ella y para ella, "siempre en la poesía"