martes, 25 de noviembre de 2014

Jean Aristeguieta sigue escribiendo con fe (*)

Poeta viajera, vivió en España unos años, además fundó en Madrid la revista de poesía “Árbol de fuego”.

Por: Astrid Lander

Cuando se aborda a Jean Aristeguieta, una primera sorpresa nos brinda: es la poeta venezolana viva que más ha publicado libros tanto en Venezuela como en el exterior. Se cuentan al menos 60 libros editados, además posee otros 50 poemarios inéditos. Esto testifica su fertilidad creadora y dedicación exclusiva a la poesía. Otra sorpresa: la distribución de sus libros por internet. A este respecto, la poeta no está al tanto de que a través de ese medio se pueda obtener referencias acerca de ella. Y enternece la curiosidad de la poeta por saber de qué se trata. Es una lección de vida constatar que a esta edad respire tanta ilusión.

Poeta viajera, vivió en España unos años, donde publicó gran parte de su obra, además fundó en Madrid la revista de poesía “Árbol de fuego”, con poemas de diferentes poetas del mundo y también crítica, reseñas, meditaciones estéticas, siempre desde la poesía misma. Ha sido traducida a varios idiomas y dialectos, publicada en antologías de poesía internacional y sobre todo, cuenta con la admiración de personas honorables en el medio literario mundial, y amigos poetas que la veneran.

Poeta premiada, posee el José Vasconcelos de México, el Diploma Maestro de Poesía de Chile, la Medalla Institucional en su Clase Única de la Asociación de Escritores Venezolanos, el Premio de Poesía Hölderlin y entre otras distinciones literarias, goza del título de Condesa Paladina Von Derneck, el cual le fue adjudicado por su distinción como mujer y como defensora de la poesía. Además, por su afán en abanderar la voz poeta sin distingos de lo femenino ni masculino y actualmente le emociona constatar que esta idea se ha fortalecido con los años.



Jean Aristeguieta es un milagro en la poesía venezolana.
Mujer célebre que es, tanto en su persona como en su poesía, melómana, lectora infatigable de los poetas consagrados, seguidora de Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús, profesa un culto por la Hélade, por todo lo que evoca el mundo griego, su filosofía y poesía, catarsis teatral, mitología, sus templos e islas. El hermoso libro “Hélade” es una suerte de contemplación poética de su viaje por Grecia, narrado en tercera persona. Conmueve el primer párrafo en el que escribe: “Cuando en la adolescencia vio grabado el nombre de Safo en una goleta que navegaba por el Orinoco, percibió lo legendario”. Ahí pienso que germinó y se iluminó la pasión poética en Jean Aristeguieta.

Entonces publica su primer poemario “Alas en el viento” en 1942, y desde allí se perfila la riqueza de su poesía, la cual la hace una de las protagonistas del desarrollo de la poesía venezolana. Cuando la leemos, hallamos la fineza en sus poemas-joyas, y asimismo advertimos la constante formalidad de la poeta cuando tiende a juntar con guión, dos o tres palabras, para ampliar la resonancia multifacética del lenguaje. También visualizamos la audacia adelantada de la presentación de sus versos sin comas, sin puntos seguidos ni puntos aparte, que fluyen sin trabas y siguen la libertad de la forma en la poesía, sin perder la coherencia ni la cadencia poética. Otro recurso efectivamente logrado es la reiteración de sustantivos en la misma línea para adjetivar la segunda y tercera repetición del sustantivo. Todo ello le confiere sonoridad a su poesía, la cual es además de acústica, contemplativa, palpable, emotiva. Tal es el resultado de las descripciones, de las imágenes tan vívidas.



Ha sido traducida a varios idiomas y dialectos, publicada en antologías de poesía internacional.
Poeta solar, que celebra la belleza, la luminosidad, la pureza, la fe en la vida como tal. Elevada, armónica, libre. Aun cuando hable de la oscuridad, allí mismo alumbra una chispa de luz, así cuando versa a la muerte, viva como la vida.

Jean Aristeguieta es un milagro en la poesía venezolana, basta leer un poemario suyo para detectar la paz, la plenitud, la gracia. Es su obra una poesía de la flora y fauna, con la enumeración detallada de la naturaleza para hacerla suya. Parte desde su paisaje oriundo de selvas y piedras preciosas de la Guayana, de la aldea natal Guasipati, y se contagia entre los paisajes del mundo que ha recorrido e imaginado. En el libro “Poemas Venezolanos” el poema titulado “Un texto para mi aldea” escrito en la distancia, desde Madrid, en 1965, culmina así: “Ninguna como ella la aldea cuya inmanencia / cubre de abrasadora belleza cuanto escribo”

También descubrimos en esta poeta numerosos poemas ars poética. De poesía como oración, como puente a lo sagrado. Poesía como verdad. La espiritualidad de la poesía se respira en los textos del poemario “Antología del ser”, publicado en Chile, en el 2002: “Descripción de la poesía / itinerario del delirio / diccionario de arcángeles / epigrafía de las flores / imagen de los espejos”

Con equilibrado estilo destila versos como torrentes, límpidos y níveos. En “El país de las mariposas” las palabras como mariposa, fábula, rocío, magia, arcángel, son leit motiv que la acompasan, como ecos deleitables, a la par que expresan luminosidad.

La doble lectura que detectamos en la totalidad de su poesía, la simbolización, lo enriquecedor de sus metáforas, da cuenta de lo que esta poeta inmedible contiene, de la expansión de su poesía.

Tal vez por su dulce humildad y sencillez no ha sido reconocida en el país como se lo merece, aun cuando está en el pedestal de la poesía. Tal vez no la hemos leído con detenimiento para seguir su legado y aprender de su perseverancia: 
“Pasan los años como cenizas y yo sigo creyendo en la belleza…Voy hacia la eterna poesía por siempre para siempre”. Esta es Jean Aristeguieta, tal como ella misma escribe: “mujer mujer mujer / poeta desvivida”.

(*) Este texto fue publicado el 21/sept/2009 en publicarteblog.blogspot.com

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De ella y para ella, "siempre en la poesía"