domingo, 14 de diciembre de 2014

La poesía de Jean Aristeguieta, estudio y antología


La poesía de Jean Aristeguieta, estudio y antología.
Autor: Hugo Emilio Piedemonte
Ediciones Agora, Madrid, 1955.

Resumen:


El análisis del autor inicia con lo que la propia poeta Jean Aristeguieta ha escrito sobre su formulación poética, conocida en su Manifiesto:

Esta es la historia capital de mi nombre por pasión y sueño de la Poesía. Este es el torrente maravillado de mi acento con alas y violencias de integridad, con desesperaciones y éxtasis, con fuego de oro en las mejillas, rodeándome de ternura inefable. Porque simplemente soy de la Poesía, a quien sirve con el ardor de mi mensaje de viento, de nostalgia, de lucidez, de tormenta, de rocío y de música del cielo, de bruma tornasol y de rayo, de lirio bañado por la lluvia nocturna, de amor vertiginoso y verdadero” (Pág. 21).

Jean, dice Piedemonte, catea el alma de su pueblo con instinto liberador y comunicativo, un aspecto que realiza con una vibrante peculiaridad simbólica, no sólo poética sino histórica y por tanto social y esencial que es Bolívar, con la presencia de su nombre y por sinonimia, porque tácitamente cuando se escribe libertad, la palabra contiene a quienes la han sustentado. La cultura de esta poeta, añade el autor, muy sensible y muy versátil, no es sólo reserva, depósito de valores, esos valores son transformados y aquellas reservas gastadas en nuevas inversiones de poesías.

Mantiene su prioridad americanista, invoca y evoca las cosas como son, le canta a Bolívar y, en él, a su pueblo, y éste es uno de los aspectos más extraordinarios, lo americano en Jean es inmediato.

Destaca su prosa que aunque combativa y social (...), no deja de tener un clímax lírico, su gradación estética, lograda sin incurrir en eufemismos vergonzantes. Los ejemplos suyos son una verdadera catarsis, encontrándolo en cada verso como señal de un ideario alerta…frente a ese mundo de la podre, importado de una Europa infraespiritual…

Castigos para los enemigos de la patria. Azufre para los que se venden y calumnian. Exterminio para los que niegan tu credo. Padre mío padre mío. No dejes que el farsante oprima al justo” (Pág. 37).

Gran parte de su obra está dedicada a la exaltación de América, especialmente su país, dice Piedemonte, así la fauna y la flora campean verídicas y triunfantes en la expresión, impregnando el verso de una silvina hermosura. Pájaros y flores, árboles y ríos conviven en su égloga. La naturaleza se presenta intensiva, rezuma una vívida –y casi fabulosa- creación bucólica.

Bolívar es una temática constante, enfatiza Piedemonte, en cada palpitación de los versos, en el ímpetu de cada frase, resuena el épico redentor de Carabobo, la epopeya de un pueblo. Y es éste, -el pueblo humilde y sufrido en cada ser- otra presencia genuina de aquel Cid (Jean), su multitudinaria voz, el concentrado gesto, la batalla cotidiana de una tradición testimonial: la patria hecha trabajo y sudor bolivarianos. 

Sus expresiones poéticas no transigen jamás en ser un cántico para el lujo y la “alta sociedad”: muy por el contrario, argumenta el autor, es alerta siempre lo que se exclama a plena conciencia, lo que urge a la fidelidad democrática en América, ésa que han dejado los héroes y que han heredado los pueblos, a pesar de quienes la zahieren y relegan en piras de la oligarquía.

Eres conjuro de fuerza en tus obreros, eres conjuro de esperanzas en tus niños” (Pág. 52).

domingo, 7 de diciembre de 2014

Sentido religioso de la obra literaria de Jean Aristeguieta


Sentido religioso de la obra literaria de Jean Aristeguieta
Autor: Ángel Martín Sarmiento
Ediciones Garrido, Caracas, 1956. 
Revisado en Biblioteca Nacional

Resumen:

Se trata de una interpretación de la obra de Jean Aristeguieta que hace el autor, Ángel Sarmiento de la que considera la figura más discutida de la joven poesía escrita en Venezuela: Para Jean, la poesía era la esencia del todo. Así lo refrenda en este libro con su rubrica y más que “una raíz de su alma”, su poesía es su misma alma.

Dice Sarmiento que Jean nos ha dado una poesía que no es ni colorista ni acromática. Poesía en función de personalidad (...), un crítico y comentarista español me llegó a decir sobre la obra de Jean: “Que nervio y que energía…pero un nervio y una energía que se retuerce al exterior. Si no me lo hubieras indicado, nunca hubiera creído que se trata de una mujer, de una joven”.

Ella ha concebido la poesía como algo trascendente en su esencia:

En esta mitad del siglo, cuando se abusa de melindres, cuando se miran las insulseces artísticas de Walt Disney, 'el genial', cuando se trafica con lo que no tiene límites como lo es el arte, en esta época de turbulencias y de estupor, para mí, Jean, en vértigo de poesía, vértigo de amorosa poesía, de poesía-poesía, me doy a ser quien soy, así me ahorquen por materia deslumbrada. Yo soy quien soy en esta hora de atropello a la razón. ¿Y quién soy yo? Yo soy quien soy, lágrima y júbilo de amor-poesía”. (Poesía Me hundo en tu fiebre, Pág. 114)

Explica el autor que la poesía era para ella un jardín de lumbre con aromas (Pág. 49). Refiere que Platón definió a la poesía como divina virtud, y Jean escribió “…De allí la división ripiosa de poesía femenina la cual usada en sentido contrario parecería absurda: poesía masculina. Pues, ¿tienen sexo la sabiduría, la virtud?". Para Sarmiento, ella rechazaba eso de poetisa, vocablo que a su entender amparaba la denominación de poesía femenina: Jean nos va a dar una literatura entera, recia, objetiva…la mujer poeta que llegó a escribir, en Embriaguez de mi pulso, Pág. 26: Poeta no es ser hombre o ser mujer. Poeta es ser pulso de la humanidad”. 

Jean ha sentido hondamente las tres dimensiones que a juicio de Sarmiento, definen la poesía: instinto, pasión e intuición, como razón vital, o sea necesidad. Es algo que ha nacido con ella y en ella: “Mi pasión es la poesía, mi patria es la poesía, mi muerte es la poesía, mi porvenir es la poesía” (Embriaguez de mi pulso, Pág. 9). Añade Sarmiento que la poesía-pasión la lleva a Dios, esta inmanencia de lo divino en la poesía la vuelve a reafirmar Jean en expresiones como éstas: "eres poesía, el intacto sino de Dios, eres la torre, eres el reflejo de Dios…poesía esencia de lo infinito”. Una entrega vital en la poesía que la lleva al éxtasis: “Con el alma traspasada por el éxtasis, poesía, me hundo en tu fiebre”… 

Para el autor: Jean Aristeguieta es poeta hoy y siempre, por la eternidad porque es la suya poesía vital, necesidad vital, es la mujer-poeta de la poesía universal que se da y se vive sin especificaciones. Es una poesía positiva hasta el sumo, precisamente por ser esencialmente purificadora, la vive, la contempla y la predica.

Así, dice el autor, Jean define la poesía como “intactos signos de Dios. Por eso habitas en los parques de árboles hermosamente tristes, en las iglesias con himnos en latines y soles de órganos, a las orillas de los bosques con savias plenas de frenesí y te siento en los besos del amor ya huracán, ya arcoíris".



Asís materia del éxtasis

San Francisco de Asís.

Desearía retirarme a tu heredad
con alondras espigas cierzos árboles
permanecer oyendo a Santa Clara
en su votiva límpida templanza.

Desearía existir maravillada
en tu confín de tiempo medieval
junto a la piedra rosa y el geranio
adivinando el aire en su desvelo
y rezar por mi madre inolvidable.

Asís oh potestad donde me postraría
sin tumulto sin miedo sin angustia
cuánto daría por besar tu aroma 
tu limpidez total corola absorta
tañido de vihuela de los ángeles
búsqueda del amor de Jesucristo
oh trémula cadencia espejo ardiendo.


Jean Aristeguieta. Poema del libro Asís materia del éxtasis,Ediciones Rondas, Barcelona, España, 1979, que fue publicado en la Revista Chivilcoy poético Nº4, diciembre 1996, Argentina.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Guasipati: se sabía cuna de princesa


Jean: doña Jean en el tiempo

Jean juró cumplir y hacer cumplir los estatutos de la Academia, en especial los deberes inherentes a su cargo.

Por Horacio Biord Castillo (*)
Fotos: Gracia Salazar Lermont / María Elena Pacheco / Alba Marina Gutiérrez
Texto publicado en Reporte Católico Laico

Jean Aristeguieta Capella es una distinguida dama venezolana, poetisa y divulgadora de la literatura venezolana y de lengua española. Nacida en Guasipati (estado Bolívar) el 31 de julio de 1921, Jean aún se encuentra activa a sus 93 años. El 14 de julio de 2014 fue electa miembro correspondiente por su estado natal de la Academia Venezolana de la Lengua y el miércoles 26 de noviembre fue juramentada por el presidente de la corporación, don Francisco Javier Pérez, quien le hizo entrega del diploma que la acredita como tal. El acto se llevó a cabo en la residencia de Jean, en Caracas, un espacio lleno de recuerdos y vivencias. Junto a familiares, amigos y una representación de académicos, muy cerca de la habitación que fuera taller de pintura de la sublime Elvira Senior, cuyos cuadros llenaban de colorido y sonrisas el acto y el corazón de los asistentes, Jean juró cumplir y hacer cumplir los estatutos de la Academia, en especial los deberes inherentes a su cargo.

El acto no podía ser más emocionante. Doña Jean Aristeguieta, como lo quiere el tratamiento académico, es una de las escritoras más reconocidas y de larga trayectoria en nuestro país. Sus primeros textos fueron escritos en su adolescencia, en la década de 1930, en Ciudad Bolívar, adonde se había trasladado para cursar estudios. Desde entonces, Jean ha honrado la tradición literaria venezolana con su escritura, que abreva en los clásicos helenos y españoles. Bendita esta mujer de cuyas manos han salido tantas caricias para el alma y el espíritu, en forma de poemas, aforismos o textos en prosa.

El miércoles 26 de noviembre fue juramentada por el presidente de la corporación, don Francisco Javier Pérez, quien le hizo entrega del diploma que la acredita como miembro correspondiente por el estado Bolívar.
Jean, menuda y llena de una belleza que se une a los colores y formas de los cuadros que engalanan su hogar, vibra y hace vibrar en un país tan necesitado de ejemplos como el suyo. Ha dedicado toda su vida a la poesía, a la literatura, a las artes, a la meditación, a los viajes, a la divulgación y, fuerza de donde dimana todo lo anterior, al amor plácido y sereno que se inspira en los cánones de belleza y vida de la antigüedad greco-latina. Jean del Orinoco y de Venezuela, pero también Jean de América y de Grecia, de esa Grecia inmortal que somos nosotros, como han sostenido varios pensadores, porque valoramos con perspectiva histórica el legado antiguo. No en balde Jean escribió uno de sus libros fundamentales (titulado Hélade, publicado en 1980, y dedicado “a Elvira Senior, [/] en testimonio de emocionada [/] gratitud por su compañía [/] durante este itinerario helénico”) como un homenaje a esa tierra que ella, de niña casi, en Ciudad Bolívar adivinó en el alienígena nombre de una balandra que surcaba las a veces tranquilas, otras bravías, aguas del gran río. La embarcación se llamaba Safo. No era el nombre de un encanto ancestral, que poseyera como dueña las antiquísimas lajas de los raudales guayaneses, sino el de la décima musa, que desde entonces subyugó a la gran Jean, acaso la undécima de ellas.

Bienvenida sea nuestra Academia de la Lengua, correspondiente de la Real Española, a la obra y vivencias de doña Jean Aristeguieta Capella.
Jean en sus libros. Jean en el retrato que de ella hizo el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Jean en el busto que le esculpió una escultora de origen libanés. Jean en los retratos y en el nombre suyo dicho mil veces, musitado junto al Ávila para que ningún pájaro se lo lleve a la orilla de la playa y, de la lengua del mar, a ningún sórdido, por lejano, rincón del mundo.

Para la Academia Venezolana de la Lengua es un honor contar entre sus miembros a doña Jean Aristeguieta Capella, quien por esta vez le permite a la institución no quedar incompleta. Para Venezuela es un acierto que la Academia la haya acogido entre sus miembros, pues nos recuerda a todos la necesidad de cortar los retoños, tan comunes en esta tierra de gracia y de desgracias, del mítico árbol de loto. Que el olvido no se lleve a nuestros valores más imperecederos. Las máscaras de la desmemoria han de lavarse en las aguas claras de los ríos, de los morichales, de la lluvia menuda o fuerte que riega las sementeras y los jardines.

Jean era ya académica correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz. Ahora, por derecho propio, lo es de la más antigua de las academias venezolanas, que con la incorporación de esta poetisa cierra, de alguna manera, pero con broche de oro, la celebración de sus 130 años.

Jean y su escritura han de perdurar como guiño amoroso, sonrisa y “palabra en el tiempo”, tal cual decía Antonio Machado de la poesía. Bienvenida sea nuestra Academia de la Lengua, correspondiente de la Real Española, a la obra y vivencias de doña Jean Aristeguieta Capella.

(*) Investigador, escritor, profesor universitario, Individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua, Individuo de número de la Academia de la Historia del Estado Miranda, jefe del Centro de Antropología del IVIC.

De ella y para ella, "siempre en la poesía"